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EL SALTO DEL LOCO: GRAN BIENVENIDA AL TEATRO DE LA MEMORIA (*)

He dicho antes que esta columna no pretende ser un curso, pero no puedo esperar que sigamos discutiendo estos tópicos tan complejos sin establecer una base de conceptos fundamentales.

Sin más preámbulos vamos a introducirnos de lleno en la estructura del Tarot.

Supongo que, si me han seguido, ya tienen un mazo o lo han confeccionado de la manera en que ya indiqué, recortando cartulinas para formar un conjunto de 78 láminas a las que llamamos Arcanos, 22 de los cuales se numeran del 0 al 22, llamados Arcanos Mayores, y los 56 siguientes que llamamos Arcanos menores, divididos en 4 grupos de 14 cartas cada uno, entre las cuales 10 son numeradas del 1 al 10 y 4 Cortesanas, comúnmente conocidas como Paje o Sota, Caballo o Caballero, Rey y Reina.

22 Arc. Mayores

10 Bastos
4 Cortesanas: Paje, Caballo, Rey y Reina de Bastos

10 Copas
4 Cortesanas: Paje, Caballo, Rey y Reina de Copas

10 Espadas
4 Cortesanas: Paje, Caballo, Rey y Reina de Espadas

10 Oros o Pentáculos (monedas incrustadas con el símbolo de la estrella de 5 puntas)
4 Cortesanas: Paje, Caballo, Rey y Reina de Pentáculos.

TOTAL: 78

Esa sería la composición básica.

Cada palo representa uno de los clásicos Elementos griegos - Fuego, Agua, Aire y Tierra - y el quinto y más importante - el Éter- se personaliza en los 22 Mayores. Estos últimos parecen sintetizar las experiencias señaladas en el resto del mazo, mientras que los demás intentarían desmenuzar en detalles esas mismas circunstancias.

Es por eso que para muchos Tarotistas no se necesita más que uno u otro de los grupos.
Así hay quien lee sólo con los Mayores, y otros sólo con los Menores.


También están los que lo hacen con la Baraja Francesa, o utilizan una versión más reducida aún, como la Baraja Española. Aquí ya no sólo no se fabrican las Reinas ni Dieces sino que además suelen retirarse del mazo también los ochos y nueves.

Sin embargo hay un personaje muy especial en todas las versiones que siempre permanece, generalmente conocido como el Comodín, y que no es más ni menos que el famoso Loco que principia o termina la serie de Arcanos Mayores en el Tarot tradicional.

Y digo principia o termina porque en realidad no es un tema del todo claro. De hecho para muchos puede ubicarse en cualquier parte entre sus 21 colegas.
Y es que en verdad todas las posturas son viables puesto que ninguna puede por definición contradecir la otra.

Él es el verdadero héroe, al menos en mi visión, aunque algunos autores se lo adjudiquen erróneamente al auriga (conductor) de El Carro, el séptimo Arcano. Y es que de ninguna forma puede ser un héroe porque no es esa su función, aunque de hecho también lo sea.

El Loco es nuestra esencia, nuestro ego mental, nuestra alma inmortal. Por eso su número es el 0 (cero), símbolo no de la nada, sino del Infinito, el reino de las posibilidades inacabables.

Al aparecer en el Mundo nos transformamos en El Mago, número I, con toda su capacidad de acción. El 0 (cero) sufre una inflexión. Es una pausa en este plano del Infinito. Pero seguimos siendo seres mágicos por el solo hecho de existir y venimos con dones, representados por los 4 Elementos en los símbolos del Basto-Fuego, la Copa-Agua, la Espada-Aire, y el Oro-Tierra, que nos pueden permitir obrar milagros.

Pero ahora se encuentran en un estado muy bajo de desarrollo. En el décimo arcano, La Rueda de la Fortuna, adquieren una evolución media para completarla en el número XXI, El Mundo.

Sin embargo no es una verdad para la que estemos preparados inmediatamente. Por eso lo vivimos como un secreto, algo que presentimos pero que no conocemos directamente, tal como lo describe La Suma Sacerdotisa y su velo, el famoso Velo de la Ilusión de Maya.

Por eso nuestra primera aproximación a la vida es a través del conocimiento y uso de los opuestos básicos. Es entre ellos que vamos haciendo nuestros malabares.
Siempre tendremos una Madre, representada por La Emperatriz, con su número III, la representante de la naturaleza física y sensual, en todo lo que es femenino, generosa y creativa.

También un Padre en la figura del Emperador (IIII), que también representa la estructura básica del ser social, el la tradición patriarcal como tal.
Crecemos entre lo que nos es propio por naturaleza y lo que representa vivir en la sociedad y sus leyes.

Entonces aparecen los valores y convencionalismos socio- religiosos. Se nos enseña lo que supuestamente es correcto, a veces en contra de lo que nos es natural, y los primeros atisbos, en versiones bastante reducidas, de que existe un mundo espiritual. Esa es la experiencia ilustrada por El Gran Sacerdote o Hierofante (V). El velo comienza a correrse en esta versión masculina, activa, de la Suma Sacerdotisa, pero debemos transitar por otras distracciones del mundo físico aún.

Llegando a la adolescencia se abren nuevas puertas, sensaciones desconocidas y la posibilidad de experimentar el sexo y el amor, junto con todo lo que ello implica. Ya estamos en el sexto arcano: El Amante o Los Enamorados.

Superando estas experiencias básicas ya podemos sentir que algo hemos logrado, que a pesar de lo duro de la lucha diaria por la supervivencia hemos superado esas pruebas.

Por eso El Carro con su número 7 (VII) nos dice que debemos ser fuertes, que el Universo es predatorio en su nivel material, y que superar esas pruebas también es una forma de crecer, y no sólo exteriormente.

El triunfo en la vida cotidiana es una prueba de valor y fe. Se equivoca quien piense que un ser evolucionado es alguien pobre y apartado del mundo. Es el que transforma sus circunstancias físicas pero que sin embargo nunca olvida que recién está completando la primer parte del camino.

Teníamos algunas ideas pero todavía no éramos conscientes de que somos portales que comunican muchos planos y realidades.

Ya algo cansados de la manera usual de resolver los problemas y casi por casualidad empezamos a sospechar que puede haber maneras alternativas de enfrentarnos al medio, utilizando fuerzas y leyes que escapan a la comprensión ordinaria. Por eso la carta de La Fuerza (VIII) muestra a una mujer abriendo las fauces de un león sin dificultad alguna.

Aunque implique alejarse un poco del mundo para acallar la reafirmación contínua de la interpretación usual de esta realidad, es hora de comenzar a replantearnos algunos conceptos tan arraigados pero que nos habían sido transmitidos por la cultura, para intentar descubrirlo por nosotros mismos. Eso es lo que hace El Ermitaño (XVIIII).

Comienza a darse el primer click, el cambio sobreviene en la mitad del recorrido y sentimos que ya no somos los mismos, que comenzamos a ascender hacia otro estadio de evolución. La Rueda gira y es una gran Fortuna (Rueda de la Fortuna, X). Los dones otorgados originalmente representados por los símbolos de los 4 Elementos en la mesa de El Mago han avanzado en su desarrollo. Pero aún estamos aprendiendo a usarlos, por ello aparecen con libros de estudio. Sucesos aleatorios parecen impulsarnos.

Empezamos a entender la vida en su verdadero orden. Aprendemos que todo tiene su causa y consecuencia. La Justicia (XI) dice 'has llegado hasta aquí por tu propia decisión, tuya es la opción de seguir, pero de así hacerlo tu responsabilidad será mayor, y de caer tus actos serán juzgados con mayor peso, porque ya eres mucho más consciente'.

Pero seguimos adelante sin comprender del todo lo que eso significa.

Por supuesto que como El Colgado (XII) aprende, no podemos entenderlo todo de inmediato ni cambiar nada que no sea a nosotros mismos. Son necesarios algunos sacrificios y aceptar que aunque veamos las cosas diferentes no podemos pasar por alto las normas ni el libre albedrío de los demás.

El sacrificio implica renuncia, muerte de lo que no nos es propio, abandono de lo superficial. Eso es lo que se lleva La Muerte (XIII), las falsas máscaras del ego que deben caer para dar lugar a lo nuevo.

Y - a no ser que seamos Jesús, el Cristo - no implica necesariamente una muerte física.

Pero la resurrección se dará igual. Aunque lo parezca nuestro cuerpo físico no es el mismo, mucho menos el espiritual. Por eso el ángel de La Templanza (XIIII) mezcla la tierra y el agua produciendo la fusión alquímica. Ese ser ahora alado también somos nosotros mismos, capaces de lograr efectos mágicos, de regenerarnos milagrosamente. En niveles superiores significa alcanzar el Nirvana Cósmico.

En el siguiente tramo viene la gran prueba. Aparecen dos posibilidades. La gran cuestión es cómo usaremos este conocimiento?

Porque a mayor poder mayor tentación. Aún en este estadio de evolución se puede dudar. Eso es lo que dice el Diablo (XV). Ejercer el poder para satisfacer necesidades neta y únicamente materiales, incluso conociendo su verdadera naturaleza temporal e ilusoria, puede resultar no sólo tentador, sino también muy adictivo.

Pero hay que tener en cuenta que no se nos juzgará de la misma manera que antes, cuando todavía no conocíamos verdades más profundas. La Justicia nos lo había advertido. Ahora somos mucho más conscientes de nuestros actos y en la misma manera deberemos responder.

Por eso, en caso de caer, la siguiente experiencia es la devastación total, la llamada Muerte Segunda, mediante la intervención directa de la divinidad en ese castigo que muestra la Torre ( XVI), a la que el rayo de Dios hace temblar. La disgregación atómica en cualquiera de los niveles de densidad es un hecho.

La oscura cárcel de los bajos astrales señalada por La Luna (XVIII) será nuestro destino, donde todo lo que veremos será sólo un atisbo, un reflejo de la verdad primordial. Nos hemos perdido en la adoración de falsas apariencias.

Entre tanto miedo y confusión ignoramos que aún existe un camino de regreso, porque Dios es eternamente misericordioso. Está allí pero no podemos verlo.

Habrá que arrepentirse en serio, aceptar al dolor como medio de expiación, solo así podemos redimirnos y esperar hasta que la voluntad divina se vuelva a manifestar, llamándonos a una nueva oportunidad, tal como lo muestra El Juicio (XX)

Pero esa era una de las posibilidades, en el otro polo nos encontramos con la opción de poner los dones que en La Templanza mezclábamos para mejorar y usar sobre nosotros mismos, al Servicio del Plan de Amor y de Luz, como lo hace la Virgen, el alma ahora re-purificada de La Estrella, la que se vuelve una con el fluir del Universo. Implica de alguna manera la renuncia al Nirvana que habíamos alcanzado, el más grande acto de Amor y Entrega.

Así llega a la expresión máxima de su energía convirtiéndose en una estrella mayor, un gran Sol central (XVIIII), la expresión absoluta de la libertad consolidada. Hemos vuelto a nacer. Ya no hay más pruebas porque las superamos todas! El Sol es el símbolo de la claridad y Verdad total. Somos uno con la Luz, con la sabiduría.

Pasamos a ocupar un lugar privilegiado en la jerarquía Universal, representada por la carta El Mundo o Universo propiamente. Los elementos han asumido su desarrollo absoluto. Los opuestos han sido unificados y superados. En la forma del andrógino sagrado bailamos, esta vez con dos varas mágicas, en el medio de la corona de la gloria.


Este es el objetivo final y eterno, aún de los caídos, como ya expliqué, porque todos tarde o temprano retomaremos el camino hacia nuestro verdadero hogar junto al Padre Madre.

Por eso estas tres últimas cartas - El Sol, El Juicio y El Mundo - son llamados LOS GRANDES TRIUNFOS.

Aquí volvemos a saltar, pero no hacia abajo, sino hacia arriba, hacia las alturas. El loco, aquella alma inocente, pero también ignorante, aprendió lo suficiente en el aula cósmica, y ahora regresa formada a su servicio universal. Es tiempo de desplegar las alas y volar.


Si tienen ganas los espero para la próxima salida…

MáXImO.-

http://tulecturadetarotgratis.blogspot.com/


(*) ver :
Primera Entrega: LOS PRIMEROS ENCUENTROS CERCANOS
Segunda Entrega: LA HERENCIA SAGRADA
Tercera Entrega: UNA LECTURA GENERAL EXPRESS POR FAVOR!
Cuarta Entrega: NATURALEZA DE LA ADIVINACIÓN





LOS ARCANOS MAYORES DEL TAROT RIDER WAITE
en el orden señalado

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